Como presidenta de la junta de vecinos de la Villa El Bosque de La Pintana, se ha dedicado a la recuperación de espacios: lo primero fue la sede vecinal, que estaba abandonada y con los vidrios rotos, y que ahora sirve como un lugar de talleres para las 3.500 personas que viven en departamentos de 34 m2, muchos habitados por familias completas. También recuperó una esquina de tierra, que hoy cuenta con alumbrado público, máquinas de ejercicio y áreas verdes, donde realizan asambleas. Es además profesora en un colegio que recibe niños descolarizados de Bajos de Mena y El Castillo, y participa en su villa en la Comparsa sin nombre y como coordinadora del colectivo feminista Amaranta, que apoya a víctimas de violencia de género, además de ser un vínculo clave entre la comunidad y Un Techo para Chile. “La única forma de ganarles al tráfico de droga y la delincuencia es con la activación del tejido social”, dice Stephany, quien en pandemia apoyó las ollas comunes, entrega de alimentos y colectas para financiar los entierros de fallecidos por el virus en la villa.