Natalia Rebolledo trabajaba como jefa de personal en el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, pero después de cinco a?os decidó dar un vuelco a su carrera, cuando, en 2013, optó por dedicarse a trabajar en iniciativas a favor de mitigar la sequía en el desierto. Así, este a?o nació la fundación Un Alto en el Desierto –de la que ella es directora–, la que pretende constituir una red de cosechadores y reutilizadores de aguas provenientes de distintos orígenes, como la niebla, el rocío y la lluvia, para hacer frente a la crisis hídrica en la zona centro-norte del país. Además, la fundación ofrece talleres de educación ambiental que imparten a 1.500 ni?os de 11 escuelas de Monte Patria, Ovalle, Combarbalá y Punitaqui. “Gracias a este trabajo nos dimos cuenta de que en una escuela de 350 alumnos, con 20 lavamanos, se pueden reutilizar al menos 600 litros de agua al día”, dice Natalia.