Esta ingeniera comercial es la cabeza de J-PAL en Latinoamérica y el Caribe, una organización que depende del MIT y que busca disminuir la pobreza a través de estudios que miden el impacto de las políticas públicas y de las ONG. “Las testeamos para ver si realmente funcionan, para que no se malgaste el dinero de todos los chilenos”, dice. Hasta ahora han realizado 137 evaluaciones de distintos temas como educación, finanzas y pensiones. Además, la organización trata de incorporar este sistema en los gobiernos, una meta que ya lograron en Perú, cuando hace dos años crearon MineduLab como parte del Ministerio de Educación. Allí han testeado ocho políticas públicas, pero solo tres han demostrado tener un impacto positivo. Además de su labor en J-PAL, Magdalena también es parte del directorio del Servicio Jesuita a Migrantes que busca hacer un aporte en el tema migratorio que vive Chile.