Este ingeniero civil industrial de la Universidad Católica de Valparaíso tuvo sus primeros trabajos en el mundo naviero cuando este rubro lideraba el desarrollo regional. Pero cuando su empresa emigró, él decidió quedarse para invertir en un negocio emergente: la gastronomía. "El potencial es enorme. Por ejemplo, a Punta Arenas llegan 100 barcos de pasajeros al año, lo que significa unos 50 mil turistas", explica Mattson. Por eso se le ocurrió abrir un restorán en el centro de la ciudad, a escasos metros del puerto. Así nació Puerto Viejo, un local decorado con motivos náuticos, en cuya carta brillan el pulpo, la centolla y los locos. Como él dice, la clave no es la oferta tradicional, sino lo nuevo, "porque el que viene por estos lares busca aventura, una historia que sea digna de ser contada". Y en ese sentido este empresario, que tiene a su haber un MBA, de la escuela española IEDE, y que además es director de la Cámara de Comercio de Punta Arenas, lo ha logrado con creces.