Se dio cuenta tarde de que lo suyo en verdad era la Biología, pero cuando hizo su tesis buscó un tema donde desarrollar las inquietudes científicas que tenía. Así se acercó a la doctora Ana María Sandino, su tutora, con quien finalmente transformaría este trabajo de pregrado en una empresa, Diagnotec, pionera en detección molecular de enfermedades infecciosas. Aplicando esta técnica a la industria salmonera ha vencido las dudas en la capacidad tecnológica nacional. El primer año vendieron sólo un millón de pesos, pero en 1999 facturó cien millones. Ahora exploran la ampliación de sus técnicas a la salud pública, a través de un nuevo método para la detección del sida. Este año está a full con la expansión de su empresa mientras también termina un doctorado en Biología en la Universidad de Chile. Elegida por El Mercurio como la empresaria joven del año pasado, su experiencia demuestra que en Chile también es posible la interface ciencia-empresa, tan característica de los países desarrollados.