Murta, calafate, rica-rica, chañar, durazno, betarraga o sal del Cahuil son algunos de los productos que esta chef y pastelera rescata y recolecta por Chile para hacerlos protagonistas de sus dulces y confites que ofrece en Fiol Dulcería.
“Hay una intención de recuperar los productos chilenos para que la gente vea que pueden utilizarse en la alta gastronomía”, dice Camila, quien comenzó su carrera como estudiante en Ecole y luego pasó por varios restoranes, entre ellos Boragó, donde fue jefa de pastelería. Más tarde hizo un Máster en Pastelería en la escuela Basque Culinary Center en España, y publicó dos papers científicos a partir de sus investigaciones. En 2020 comenzó con su dulcería vendiendo a domicilio. Fue tal el éxito que abrió el año pasado un local en Barrio Italia. Por sus preparaciones, que van desde gomitas a mantecados, fue destacada por la crítica como un punto de inflexión para la confitería chilena.