Estaba en la universidad cuando decidió lanzar su propia empresa. Era 1994 y partía Tecnonáutica, una de las primeras firmas virtuales creadas en Chile y dueña de El Panal, una incubadora de negocios avaluada en cuatro millones y medio de dólares. Cuando vino la fiebre por las acciones tecnológicas del índice Nasdaq, él ya estaba en la cresta de la ola, mientras otros corrían a subirse. Como verdadero líder punto com, Flores sabe que el cuento es trabajar en equipo y anticiparse. Por eso le acaba de vender Tecnonáutica a Telefónica y se metió de cabeza a estudiar biología, preparándose para lo que depara el futuro: las empresas de biotecnología. Este año ha comenzado a asesorar proyectos que impliquen un alto impacto económico y político, pues sabe que la mayor empresa posible es el cambio social.